57: Silvia Juliana Mantilla Ortiz

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Veronica Ramirez (Danza Azteca Chichimeca, Mujeres en Movimiento) y Monica Patricia Aviles (Ecuador Sumag Llacta) – Noviembre 2, 2013 – Pan Para El Que Está Ausente, Pan Para El Que Está Presente, un proyecto del Movimiento Inmigrante Internacional, Corona (IMI Corona). Durante la celebración del Día de los Muertos, honramos no solo a nuestros difuntos sino también a nuestros seres queridos que están ausentes por culpa de leyes migratorias injustas. Foto: Luisa Rebeca Simbaña During the celebration for Day of the Dead, we honored not only our deceased but also our loved ones who are absent due to unjust immigration laws. Photo: Luisa Rebeca Simbaña


¿Cuando nos vamos a alejar del eurocentrismo?

Recientemente me enteré de que mi tatarabuela, la abuela paterna de mi abuela paterna, era una mujer indígena de los llanos Colombianos. Previamente solo había escuchado hablar de gente indígena en los llanos cuando escuchaba a mi abuela decir que en su tierra se hacían “Guahíbadas”, cazas de gente indígena Guahíba. Esto lo decía ella como si cazar Guahíbos fuera cualquier cosa, con un desapego total. Jamás en la vida se me hubiera ocurrido a mi, que la persona quien tan tranquilamente contaba tan atroz realidad tuviera sangre indígena corriendo por sus venas. No he logrado averiguar toda la historia, pero lo que sí está claro es que el tatarabuelo era un Francés de apellido Martín y que las autoridades de la época insistieron en que una mujer indígena no tenía la capacidad de criar a un niño con raíces Europeas, aunque esas raíces Europeas estuvieran entrelazadas con unas raíces indígenas, y sobretodo, aunque una madre tiene derecho a criar a su hijo. Así que a la tatarabuela le quitaron al bisabuelo y por consecuencia mi abuela creció sin la más mínima empatía por una gente y una cultura a la cual pertenecía.

Cuando pienso en esto, pienso, ¿cómo nos vamos a alejar del eurocentrismo si está tan dentro de nosotros? ¿Cómo alejarnos de algo que a veces no vemos pero sentimos? Hemos sido separados de nuestras historias, de la dolorosa forma como llegamos a ser quien somos, de conocimiento y sabiduría que son nuestra herencia, hasta el punto de crear una otredad a nosotros mismos. Es como tener un miembro fantasma, nos cortaron el brazo, pero aun sentimos un dolor de algo que no sabemos bien que es. Y entonces la pregunta me parece una falacia, no podemos alejarnos del eurocentrismo pues está en los poros de nuestra historia. Más que alejarnos, la cuestión es enfrentarnos. La pregunta más bien sería, ¿Cómo empezamos a descolonizarnos?

¿Cómo empezamos un proceso donde como individuos, comunidades y trabajadores creativos nos enfrentemos a esta realidad y decidamos buscar alternativas que reconozcan esta historia y que insistan en el valor del otro, de lo ajeno, de lo ajeno que vive en nosotros, nuestra misma otredad internalizada? ¿Donde empezamos buscando? ¿En la historia de la práctica social que fácilmente reconoce sus raíces del movimiento Fluxus y la Internacional Situacionista pero muy pocas veces su relación con el movimiento Chicano o Zapatista? ¿En la tendencia a entender la sensibilidad artística que favorece la apropiación de estéticas corporativas y minimalistas como más sofisticada que la sensibilidad artística que valora técnicas artesanales y estéticas vernaculares? ¿En nuestra impaciencia con contextos multilingües aunque escondidas en nuestros dialectos coloniales se encuentren palabras indígenas y africanas?

En mi lengua
poesía se dice:
Aquaktzij
(palabramiel)
je’ltzij
(bellapalabra)
Pach’umtzij
(trenzapalabra)
En fin,
no sé para qué sirve,
aún así
insisto.

-Humberto Ak’abal

 

When are we going to get away from euro-centric?

Recently I found out that my great-great-grandmother, my paternal grandmother’s paternal grandmother, was a Guahíba Indigenous woman from the Colombian plains. Previously, I had only heard of indigenous people in the plains when I would hear my grandmother say that in her hometown they would often hold “Guahíbadas,” a hunting of Guahíba people. She would say this as if hunting Guahíbos was no big deal, with a complete detachment. Never would I have imagined, that the person who so calmly shared such a horrible reality could have indigenous blood running through her veins. I have not been able to find out the whole story, but what is clearly known, is that that my great-great-grandfather was a Frenchman, Martin was his last name, and that the authorities of the time insisted that an indigenous woman was incapable of rearing a child with European roots. Nevermind that those roots were woven with indigenous roots, and above all, never mind that a mother has the right to rear her son. As such, they took my great-grandfather away from my great-great-grandmother, and consequently my grandmother grew up without empathy for a people and a culture she belonged to.

When I think about this, I think, how can we get away from euro-centrism when euro-centrism is within us? How to get away from something that we sometimes don’t see but can feel? We have been separated from our histories, from the painful way in which we arrived at who we are, from knowledge and wisdom that are our birthright, to the point of developing an otherness towards ourselves. It is like having a phantom limb, our arm has been cut, but we still feel an unknown pain. And so this question seems like a fallacy to me, we cannot get away from euro-centrism because it is in the pores of our history. More than getting away, the question is how to face it? The question should perhaps be, how do we begin to decolonize ourselves?

How do we begin a process where as individuals, as communities, and as creative workers we face this reality and decide to look for alternatives that recognize this history and that insist in the value of the other, of the foreign, of the foreign within us, of our own internalized otherness? Where do we begin to search? In the history of Social Practice that is quick to recognize its roots in the Fluxus movement and the Situationist International but few times its relation to the Chicano Movement or the Zapatistas? In the tendency to understand an artistic sensibility that favors the appropriation of corporate and minimalist aesthetics as more sophisticated than the artistic sensibility that values craft techniques and vernacular aesthetics? In our impatience with multilingual contexts despite finding hidden Indigenous and African words in our colonial dialects?

In my tongue
poetry is said:
Aquaktzij
(honeyword)
je’ltzij
(beautifulword)
Pach’umtzij
(braidedword)
Anyway,
I do not know what it is good for,
still
I insist.

-Humberto Ak’abal


About the contributor: Silvia Juliana Mantilla Ortiz is a transnational artist whose work lies at the intersection of migration, feminism and oral histories. She holds an MFA in Public Practice from Otis College of Art and Design and is currently the Public Programs Fellow and Artist Services Coordinator at the Queens Museum. She is the founder of Talk Is Cheap: Unincorporated Language Laboratories a transdiciplinary collective that uses the incredibly rich and affordable medium of dialogue, and pairs it with action in public space, to advance narratives and modes of communication that remain unincorporated into mainstream contexts. www.baldtongues.com